Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
CRÓNICA MEXICANA

(C) Gonzalo Díaz Migoyo y Germán Vázquez Chamorro



Comentario

Capítulo 50
Trátase de la manera que el un exérçito mexicano acometió a los de Matlatzinco, toloqueños, y las gentes binieron socorro de MatalçitigoDíxoles Axayaca a los mexicanos que acometiendo balerosarnente a los matalçingas que no matasen tantos, antes fuesen cautibando y dejando atrás, los lleuen los traseros. El propio abiso dio a los otros confederados de Tenançingo, para se biese el poder y balor de cada uno y sobre ello premio y pena de ser serrados sus casas ochenta días, quitándoles las preminençias de señores y de no tener templo ni palaçio señalado. Y con esto se mandó aperçibir las gente de un pueblo, su capitán y señor, gentes Aculhuacan, tezcucanos, chalcas, suchimilcas, chinanpanecas, Culhuacan, Cuitlabac, Mizquic, Yztapalapan, Mexicançingo, Huitzilopochco, Cuyuacan, Tacuba, Azcapuçalco, Guatitlan para luego otro día al aluorada, cada un pueblo su gente y diferençiados unos de otros, "y los mexicanos seremos los primeros y por la delantera y por su orden cada capitán y su gente". Y de gran mañana, antes del alua, rronpiendo la bozina de los mexicanos, todos a punto, acometieron a los toloqueños, los quales estauan esperando a los mexicanos la puente de Cuapanoayan. Y estando a punto, dio una boz el prençipal de Matlatzinco, Chimalteuctli, diziendo: "Mexicanos, aquí abéis de morir a nras manos todos". Y dixo de la otra parte, mandó Axayaca a Cuauhnochtli, capitán general, animar a todos los señores prençipales y capitanes de cada uno de los pueblos y en espeçial a los mexicanos, proponiéndoles mucho esfuerço y balentía de sus personas y las gentes tantas que conquistaron, ganaron sus balerosos braços y ánimos ynbençibles, ganado hasta las costas de la Gran Mar del Çielo ("ylhuicaatentli anahuaquee"), y que agora del baleroso ánimo que an tenido, agora era [62v] más ymportante demostrar contra los enemigos que presentes estaban, proponiéndoles por delante la onrra y fama y ganançia de esclauos y rriqueza y, sobre todo, basallaxe de tributos y bienes se espera. "Porque abéis de creer que los bienen a nosotros no son más que nosotros, los cuerpos, armas, es rrodela y macana (maccuahuitl), y no más, pues lleuando nosotros gran bentaxa en que el propio tetzahuitl yn Huitzilopochtli es con nosotros, hará más él solo que mill de nosotros, pues le emos bisto en muchas partes su ayuda balor y esfuerço, que mediante él emos ganado conquistado tantos señoríos, pueblos, tierras, basallos. Y tened por çierto que los bienen a nosotros que no son leones ni tigueres ni es tanpoco fantasma biua, que es el tzitzimitl baxado de las nubes, ni tanpoco es duende (coleletli), tanpoco es águila de rrapiña que a de benir bolando sobre bosotros, lo somos, son ellos, sino sólo la firme esperança y confiança en él de la noche y día, el ayre, sereno tiempo, que es el propio Huitzilopochtli". Y esto acabado, salía la luna del alua, quemaron una estatua que estaua ençima de una peña grande, hera señal de acometer, y bisto por Teçoçomoctli, rrey de Tenançingo, comiençan con un grande alarido y bozería acometer por la una parte muy balerosamente y en esto con gran priesa. Mientras, biaron a ynterrogar a los tuluqueños con la paz, con quietud, sosiego, tributasen y biniesen a obidiencia. Rrespondieron que no querían y que ya estaban la parte que se conosçerían lo que es cada uno y como todos sus pueblos y comarcanos estauan muy a punto de morir y no benir a sujeçión o serbidumbre. Y con esto, pasada la puente de Cuapanoayan, Monteçuma y todos sus ocho balerosos capitanes se soterraron debaxo de tierra cubiertos con paxa, para quando fuese menester salir y prender y matar a los prençipales caudillos de los tuluqueños. Con tanta braueza traron los mexicanos a la batalla que yban como leones hanbrientos, pasando de tropel y dexando atrás a los enemigos, y los traseros mexicanos a atar y prender, cautiuar, y los delanteros haziendo pedaços cabeças, braços, piernas, un alarido subían las bozes a los çielos. Y con todo esto, no se desterrauan del suelo el Axayaca y los balerosos capitanes, hasta que grandísima parte de los tuluqueños pasaron la puente de Cuauhpanoayan, tonçes salieron con tanto ynpinto a ellos que no escapó de los que pasaron uno ni nenguno que muerto o preso no fuese. Y con esto, yban dando los mexicanos bozes diziendo: "Hea, mexicanos, que agora es ello, que nengun tuluqueño a de quedar con bida". Y con esto, hizo presa Axayaca de su propia mano y, por lo consiguiente, todos los capitanes hizieron balerosa presa [63r] de dos, tres, quatro cautiuos cada uno. Y llegados, yban huyendo, los tuluqueños al mismo pueblo, dieron buelta para otro camino abrasando en fuego la casa del dios de los tuluquee, se dezía Cultzin. De allí fueron a Calimaya y de allí a Tepemaxalco y de allí a Tlacotenpan y de allí a Tzinacantepec. Y yendo en este alcançe, sobrebino Teçuçumoctli, señor de Tenançingo, benía ojeando por las haldas de los montes a que no se huyesen los tuluqueños. Después de auer saludado al rrey Axayaca, le dixo: "Señor, estaréis cansado, descansad en uro pueblo, que ya no es Toluca sino Mexico Tenuchtitlan". Y los soldados baroniles yban dando alcançe a los tuluqueños, diziéndoles: "Bolued, bolued, que a buestro pesar nos abéis de tributar y ser nuestros basallos". Y llegados a Tlacotepec, estauan allí mucha gente de rrefresco de los de Toluca aguardando a los mexicanos para darles por las espaldas. Y en esto llegó Axayaca con su poder y en biéndolos començó a tocar su tanboril de alegría, llaman yopihuehuetl, puesto su gran plumaxe, y yba con ta priesa y corría hazía estremeçer de su ardimiento a sus enemigos. Y a esta sazón estaua soterrado junto a un mague un prençipal tuluqueño baliente llamado Cuetzpal, y en un prouiso salió al pasar de Axayaca y de ynprouiso le hirió un muslo, le hizo arrodillar una rrodilla. Y el Cuetzpal porfiando a le quitar la deuisa del páxaro traía la cabeça, que era tlauhquechol, y la rrica plumería. De otro cabo salió una biexa detrás de otro mague y le quitó Axayaca la deuisa del aue rrica traía por su debisa, y con esto arrancó la biexa dando alarido y con la deuisa la mano. Y los mexicanos, como quien rrecuerda de un sueño, hecharon menos al rrey Axayaca, preguntando los unos a los otros por Axayaca y después ubieron pasado muchas palabras pesadas tocantes en la onrra y biéndose todos culpados, callauan, yban todos de tropel por todas partes discumendo busca dél. Y le hallaron peleando balerosarnente con Cuetzpal, que el uno al otro no se podían bençer y estaua todo lleno de poluo el cuerpo y cabeça y rrostro y muy cansado y le andaua rrodeando el Tlilcuezpal y le dezía a bozes: "¿Córno te llamas, serás grande señor?" y él rrespondía: "Llámome Tlilcuetzpal". Díxole Axayaca: "Mirá, bellaco, si me acabáis la bida buestro será Mexico Tenuchtitlam". Y bisto Cuetzpal benían los mexicanos su busca, huyó a gran priesa y tomaron los mexicanos Axaya, limpiáronle el rrostro, y díxoles: "Dexadme descansar". Y en esto sobrebino Teçoçomoctli, señor de Tenaçingo, díxole: "Señor, la persona rreal ura a ganado y conquistado todos los pueblos de matlatzincas, aunque tan a costa de buestra persona". Y lleuaron luego a Toluca a descansar. Y en este ynter sobreuino Chimalteuctli, señor de matlatzincas, díxoles: "Señores mexicanos, çese ya buestro urgullo, braueza, ya os somos uros basaltos y tributarios. Mirá, señores, que en es tierra [63v] y pueblo no ay otra cosa sino maíz, frisol y huauhtli y chian y tea para alumbrar de noche, que es candela, y esteras (petlatl). Y esto es, señor, lo que en este uro pueblo se da y cría y no otra cosa". Y con este tributo y promesa se binieron y hizieron mensajero a Çihuacoatl Tlacaheleltzin y a darle cuenta como benía herido una pierna el rrey Axayaca, lo hirió un capitán tuluqueño llamado Tlilcuetzpal.